El Carnaval de “LOS AMOROSOS”


A comienzos de la década de 1980, el país dejaba atrás años oscuros, en los cuales el carnaval había sido prohibido y censurado en varias ocasiones por los sucesivos gobiernos militares. Incluso se había decretado, en 1976, el fin de los feriados de febrero.

Pero los 80´s trajeron un aire nuevo con la llegada de la vida democrática. Ésto se manifestó en la gestación de muchos corsos barriales que le dieron vida al carnaval en todo el país.
Mi infancia transcurrió por las calles de Lanús. La oferta de corsos por aquella época era variada, existían alrededor de 3 o 4 corsos por barrio, y las madres tenían que sufrir el acoso de sus hijos, que les pedían, por favor, que  los llevaran a uno u otro.
El barrio donde viví mi infancia se movilizaba cada febrero al ritmo del corso que el Club Ideal organizaba cada verano.
Era común ver a los vecinos sentados en la puerta de sus respectivas casas cada noche, charlando, tomando mate o compartiendo alguna bebida. Todo esto se daba, claro está, de lunes a jueves porque los fines de semana la desolación invadía aquellas calles ya que la gente se agolpaba en torno al “corso del Ideal” para disfrutar y aplaudir cada comparsa que por allí desfilaba.
Los niños lo vivíamos como un momento único, tal es así, que llevamos adelante la idea de armar una comparsa propia. Los disfraces utilizados en los festivales escolares de diciembre servirían como atuendo perfecto para nuestro fin. Incluso, algunos trajes terminaron siendo muestra de un talento infantil que desconocíamos hasta ese momento. Entre muchos y variados, había un nene que se disfrazaba de borrachín y que antes de cada actuación preparaba algunos litros de té para llenar el envase que utilizaba y emular así el color del vino.
Por supuesto no faltaban los payasos, la bailarina de can-can y la parejita de recién casados. La vecinita que personificaba a la novia era la más alta de todos y llevaba puesto el vestido de casamiento de mi madre, que en aquel momento se encontraba en pleno trámite de divorcio. Años después llegué a la reflexión que mi mamá había encontrado la oportunidad justa para deshacerse de una buena vez de aquel vestido…
         Teníamos, también, redoblantes que muy ingeniosamente habíamos armado con latas de dulce de batata donadas por Juan, el almacenero, y por supuesto un estandarte hecho de cartón y guirnaldas de navidad que nos identificaba como “Los amorosos de Yerbal” (nombre de la calle en la que vivíamos).
Nuestro “corso” era una de las veredas de la cuadra donde vivía la mayoría de los “murgueros”. El desfile comenzaba después de la cena y se extendía hasta que nos íbamos a dormir o hasta que algún vecino se quejaba por el bochinche…
Un día se nos ocurrió que ya habíamos alcanzado la madurez suficiente como para reclamar nuestra desfilada por el corso del Ideal. Entonces fuimos a hablar con uno de los organizadores, quien nos dio el visto bueno y decidió que desfilaríamos junto a la comparsa infantil del club.
La “pasada” por el corso fue el momento cúlmine de “los amorosos”. Para la ocasión, dejamos las latas de dulce porque la comparsa del club tenía sus propios redoblantes. Entonces, los que nos encargábamos de hacer ruido, finalmente desfilamos disfrazados de “viejas chusmas”, con vestidos de las abuelas,  pañuelos en la cabeza y una escoba cada uno. Haber escuchado los aplausos de la gente y nuestro nombre por los parlantes son recuerdos imborrables en la memoria de cada uno de los niños que fuimos parte de la comparsa…
El corso del Club Ideal lamentablemente ya no existe. Pero poco a poco vuelve a surgir aquel festejo en el gran Buenos Aires, impulsado, creo yo, por la vuelta de los feriados. Ojalá que la alegría no se pierda. Ojalá que regrese el carnaval. ¡Ojalá que vuelvan a nacer muchos “amorosos” más!

Las murgas que forman parte del video son: "La Redoblona", "Los Chiflados de Boedo", "Los Inconscientes de Almagro", "Cachengue y Sudor" y "Los Descontrolados de Barracas".

CORRECCIÓN: Laura Beroldo (http://www.laura-exlibris.blogspot.com/)
FOTOS: Gentileza de Ricardo Daniel Martinez y Julio Locatelli.

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