Juan Baigorri, el mago de Villa Luro

El ser humano se ha destacado a lo largo de la historia como un hacedor de inventos. En varios planos de la ciencia y la tecnología ha sorprendido al resto de los mortales con sus grandes hallazgos. En la Buenos Aires de la década del 30, un señor que aseguraba ser argentino (aunque no lo era) sorprendió a más de uno con “una máquina que hacía llover”
De acuerdo a su certificado de nacimiento, Juan Pedro Baigorri nació un 4 de enero de 1892 en San José, Uruguay. Presuntamente se había recibido de ingeniero en la Universidad de Milán y había recorrido el mundo trabajando como técnico independiente. Su labor era la exploración de los suelos en la búsqueda de aguas subterráneas y minerales.
Trabajaba con una maquina que él mismo había diseñado, y el éxito en su trabajo llamó la atención del gobierno argentino, que procedió a contratarlo. Cuando llegó a Buenos Aires se fue a vivir a una casa en el barrio de Villa Luro y en cuyo altillo montaría su laboratorio.
Con el paso de los años experimentó con su máquina y llegó a la conclusión de que podía generar con ella, algo más que la búsqueda de aguas. Y esta conclusión llegó al notar que cuando ponía en funcionamiento la máquina, algunas lluvias “ligeras” se abatían sobre el terreno en el que se encontraba trabajando. Decidió entonces ir en la búsqueda de una institución que apoyara sus experimentos. Recurrió al Ferrocarril Central Argentino y recibió el visto bueno de su gerente, quien envió como representante de la empresa al ingeniero agrónomo Hugo Miatello (h).
Baigorri y Miatello viajaron a Santiago del Estero entre noviembre y diciembre de 1938 para realizar algunas pruebas. Fueron dos viajes; ¡en el segundo, Baigorri desató un caudal de lluvia de 60 milímetros  afectando a las localidades cercanas que tuvieron récords de lluvias!
Cuando Baigorri y Miatello regresaron, fueron recibidos por una multitud que llevó en andas al Ingeniero, desde la estación de trenes de Retiro hasta la Torre de los Ingleses. El diario Crítica se hizo eco de los acontecimientos y comenzó a tratarlo como a una especie de celebridad.

Por supuesto que la polémica no tardó en llegar. Y el puntapié inicial lo dio el Director de Meteorología, Alfredo Galmarini. En declaraciones a Crítica, trató de manera irónica y quitó crédito a los acontecimientos de Santiago del Estero. Baigorri era una persona tranquila, de perfil bajo, sin embargo le contestó a Galmarini con la siguiente declaración:
“Como respuesta a las censuras de mi procedimiento, regalo por intermedio de Crítica, una lluvia a Buenos Aires para el 3 de enero de 1939”. Acto seguido hizo llegar a Galmarini un paraguas acompañado por una nota que decía: “para que lo use el 3 de enero”.
El duelo estaba planteado, en pocos días la ciudad comenzó a dividirse en bandos. Por un lado, los que creían en el invento de Baigorri y por el otro, los que estaban a favor de las declaraciones de Galmarini. En la calle se comenzó a hablar de “llovistas y antillovistas” y en los diarios de “secos y mojados”. El Servicio Meteorológico había anunciado para el día 3 de enero, cielo despejado.
El 30 de diciembre, el ingeniero puso en funcionamiento su máquina “mágica”. Durante el transcurso de su trabajo, Baigorri llamaba a LR1 Radio El Mundo para contar la evolución de su experiencia y recibía una guardia casi permanente del Diario Crítica. Tras cuatro días de trabajo, durante la noche del 2 de enero, las nubes empezaron a concentrarse sobre la ciudad. Baigorri cenó, revisó la máquina, la acarició y se fue a dormir.
El 3 de enero de 1939 la Ciudad de Buenos Aires amaneció con una lluvia torrencial y el Diario Crítica levantó el brazo del vencedor, proclamando en su tapa y con letras grandes:
“Como lo pronosticó Baigorri, hoy llovió”

Quiero agradecer a Diego Huberman por la buena onda. Recomiendo su libro “Baigorri hacía llover” que sirvió de fuente para este articulo. El autor realizó una investigación en donde el acontecimiento y su contexto histórico confluyen de manera maravillosa.
Al día siguiente de terminar de leer el libro, le escribí a Huberman. Casualmente era su cumpleaños, y era 23 de marzo, Día de la Meteorología. Además se conmemoraba un nuevo aniversario de la muerte de Baigorri y como no podía ser de otra manera, llovía…
Corrección: Laura Beroldo (http://www.laura-exlibris.blogspot.com/) 
Fuente y fotos: HUBERMAN, Diego, “Baigorri hacía llover”, Ediciones La Buena Nueva, Buenos Aires, 2008.

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4 Comentarios

  1. Muy buena historia, sería bueno poder tener la máquina de Baigorri para algunas provincias que tanto lo necesitan. Sin duda sería de una enorme utilidad! Gaby Miño

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  2. Hola Gaby! muy buena idea! pero... donde andará esa maquina?? y si no tenemos la maquina, no será capaz la ciencia de hacer llover cuando se le antoje? en definitiva habría que hacer explotar las nubes cargadas de agua, o no? ufff muchos interrogantes... busquemos la maquina de Baigorri!! ja!
    Saludos!

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  3. Excelente esta nota Diego. Viendo tu blog y algunos blogs que seguis (como los de teatro comunitario de mi ciudad, Rosario, o los que tienen que ver con el ferrocarril, voy a agregarte a mis blogs seguidos y voy a difundir este blog entre mis contactos. Un abrazo.

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  4. Muchas gracias Sergio!
    Me alegro que te haya gustado, te recomiendo el libro de Huberman, si te interesa saber un poco mas. Cuanta historia tiene Rosario!! la conocí hace muchos años atras, muy linda ciudad. Le debo una nueva visita!
    Un abrazo!

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