El día 29 de septiembre del año 1963, el diario La Nación
publicó un artículo titulado “Vigilia de Buenos Aires”. En dicho artículo, el autor escribió un pequeño relato acerca del trabajo nocturno que se realizaba en los
subtes.
Nos cuenta que eran 600 los trabajadores que bajo el hormigón
trajinaban incansablemente cada madrugada limpiando trenes y estaciones,
cambiando vías, arreglando señales y tensando cables. Como evidencia de la vasta
población inmigrante de la época, el autor aclara que aquellos hombres eran
italianos, españoles, polacos y criollos.
Aquellos vagones recorrían 71.000 kilómetros cada 20 horas
ya que el servicio se extendía puntualmente desde las 5 hs de la mañana hasta
la 1:30 hs del día siguiente.
A continuación comparto las fotos del artículo cuyos epígrafes
reproduzco tal como los escribió el autor. El documento, además de tener valor histórico
nos muestra pinceladas curiosas de la vida porteña en la década del 60.
Recuerden que en aquellos tiempos se ingresaba a las estaciones mediante la
compra de un cospel.
Tres millones de pesos en fichas, promedio de los días hábiles;
un millón seiscientos mil los sábados y un modesto millón los domingos. El tren
colector lleva las bolsas de fichas de todas las estaciones a la cabecera, para
el recuento. Lo precede un tren piloto que verifica si la estación ha sido clausurada.
El tren recolector no entra en la estación hasta que el piloto lo ha comprobado
y partido.
Importante labor: recoger los papeles entre las vías. El no
hacerlo diariamente equivaldría a la posibilidad de un incendio, con fácil alimento
en los durmientes embebidos en aceite. ¿Qué se encuentra en las vías? “Antes se
encontraban muchas carteras con documentos, que tiraban por las ventanas los
carteristas, pero ya no” ¿Estarán de huelga?
El tensado de los cables eléctricos aéreos lo hacen desde el
techo de la zorra 1000. Los tramos de cable, que miden 1000 metros, se cambian
cuando el espesor es menor a 9,5 milímetros. A pesar de que conducen una carga eléctrica
de 1100 voltios, los hombres pueden manipularlos sin peligro gracias al piso de
madera y a los aislantes del techo de la zorra.
Mil fichas en 30 segundos. Luego del recuento en la maquina
a ese extraordinario ritmo pasan a una balanza, donde se pesan en paquetes de
1000. La falta de una sola ficha es señalada por el sensible instrumento. En
otra máquina se vuelven a contar para evitar cualquier error.
Agua y jabón en pisos y paredes. Todos los días se lava y
cepilla “a fondo” una estación distinta en cada línea. Dato curioso: la franja
de azulejos –en el fondo- es de color distinto en todas las estaciones de las
cuatro líneas. Se hizo así –es tradición- para orientación de los analfabetos.
Trabajadores reemplazan el riel de la izquierda, alemán, por
uno soviético. En subterránea armonía encontramos rieles ingleses en la línea A,
norteamericanos en la B, alemanes en C y D. Los del nuevo tramo en la línea E
son rusos. El trabajo se realiza con toda rapidez, cambiando 120 metros de riel
-60 de via- entre 2 y 5 de la mañana.
Abajo la cortina. Es la 1.30 de la madrugada. Ya pasó “el
pavo”, último tren del servicio. “El saque”, primero en la mañana, partirá
puntualmente a las 5. Son los trenes más importantes de la jornada.
Fuente: Archivo Histórico de Barracas "Enrique H. Puccia (http://www.jhbarracas.blogspot.com/)
3 Comentarios
Que gran entrada y bonito homenaje a todos cuantos trabajaron en los "subtes".
ResponderEliminarDiego, aprovecho para agradecerte tu visita a mi, vuestro, blog "Diseño Gráfico con Photoshop" y seguirlo, es todo un placer.
Un abrazo desde Mérida - España -
Ramón
wow. 50 años después se hace todo al revés, o mejor dicho NO se hace
ResponderEliminarlimpiaban, tesaban los cables y el subte estaba operativo 20 hs al dia??? y ahora estamos en el siglo 21?? encima nos cobran $2.50 por el pesimo servicio que brinda Metrovias!!!! no hay nada que hacer, los argentinos tenemos lo que nos merecemos...
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